A 80 metros bajo tierra palpita el corazón del guerrero. Un inmenso cristal de sal pura, y de casi dos mil kilos de peso, iluminado por una tenue luz roja, se ha convertido en el epicentro de la mina de sal de Nemocón. Cuenta la historia que, en 1905, un fuerte minero encontró un cristal de sal de alta pureza, que empezó a tallar hasta darle forma de corazón. Un corazón que conduce a un lugar mágico y misterioso en las entrañas de Nemocón, municipio ubicado a solo 65 kilómetros al norte d
e Bogotá, y que ve hoy en la mina de sal su principal atractivo turístico. Una imponente obra forjada conjuntamente por la naturaleza y la mano del hombre, y en la que prima un sentido histórico, geológico y a la vez religioso. Nemocón —que en lengua indígena significa lamento de guerrero, atribuido a los Zipas, ya que era su sitio de reunión, en el que deploraban con llanto y gritos la derrota o la muerte de sus jefes— vio explotar su mina desde tiempos de la conquista hasta finales del siglo pasado. Se estima que de sus profundidades se sacaron más de nueve millones de toneladas de sal. El oro blanco, como lo llamaron algunos historiadores.
Una tradición minera que se revive en un viaje al fondo de la tierra, gracias al trabajo conjunto entre el Instituto de Fomento Industrial, IFI, Con- cesión de Salinas, la Dirección de Turismo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y la Alcaldía de Nemocón, entidades que, en enero de 2005, adecuaron la mina de sal subterránea como un nuevo destino turístico. La mina consta de tres niveles, y en su recorrido de 2.500 metros es posible descubrir cascadas y laberintos de sal que atraviesan la montaña. Blancos copos de oro blanco se reflejan en espejos de agua, creando ambientes 
mágicos e irreales; mientras que de sus partes altas brotan las estalactitas, centenarias formaciones de sal que cuelgan creando alucinantes figuras que crecen dos o tres centímetros por año. En la cámara de los espejos mágicos se encuentran 28 tanques de agua, donde se disolvía la roca de sal en agua dulce para producir la salmuera. Hoy son uno de los rincones de mayor belleza de la mina, pues al reflejar en sus aguas los techos y cumbres de sal, dan al visitante la sensación, de estar frente a un gran abismo que pareciera no tener fin. 
La tradición y el fervor y de los mineros se viven en el salón de baile y en la capilla de sal. Una enorme esfera en roca de sal tallada por los mineros, que pesa unos 1.300 kilos, es custodiada por la Virgen del Carmen, la patrona de la mina. Un lugar que actualmente sigue siendo escenario de grandes celebraciones y homenajes, y que se ha convertido en el núcleo cultural y artístico de la mina, con exposiciones de pintura, veladas y conciertos. Todo esto, junto al pozo de San Juan, con sus aguas completamente cristalinas, y cuatro 
veces más densa que el agua de mar. El pozo de los deseos —donde los visitantes arrojan monedas en busca de la buena suerte— se encuentra en el primer nivel, Santa Bárbara, el único de la mina habilitado para el público. Los otros dos niveles: Santa Isabel y Santa Úrsula, están bajo una gran laguna subterránea y se abrirán al público dentro de 4 ó 5 años, y permitirá que el viaje a las entrañas de la tierra concluya en un inmenso lago de sal, en el que seguirá palpitando, y con mayor fuerza, el corazón de todo un pueblo.Por: Jaime Hernán Baquero Firacative
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